Según la leyenda los moradores de la época, dada la situación que prevalecía todos los años decidieron consultar el fenómeno con los brujos a quienes acudían para consultar los maleficios, dichos brujos coincidieron y opinaron que el único medio para forzar la retirada de los espíritus del mal, consistía en provocar que el viento chocara con pedazos de papel, cuyo sonido, según los brujos alejaría de forma inmediata a los malos espíritus, dejando descansar tranquilamente a las buenas ánimas del lugar.



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